miércoles, 24 de diciembre de 2008

Traditiones toletanas: Filí nabidá

Como casi todo el mundo sabe, estamos en Navidad. Ya llega el momento de ver a la familia, de desear cosas bonitas, de amar a los demás y de repartir regalillos por doquier (y con suerte, puede que hasta recibirlos). Sin embargo, todos sabemos que estos conceptos navideños no se celebran por igual en todos los sitios, de hecho, es un poco raro que se den. Y no, no voy a hablar de los países pobres en los que los niños no pueden celebrar la Navidad, ni de la gente indigente que sufre, o de los que viven en países en guerra. La realidad que voy a referir es mucho más cercana y más sórdida de lo que pensáis. Me refiero, por supuesto a...



LAS NAVIDADES EN TOLEDO!!!!!!



Toledo, capital de provincia y de comunidad auntónoma, es un lugar, entre bastantes cosas, variopinto. Quiero que quede claro y conste en acta que lo que voy a decir lo digo sin acritud, y que sólo me mueve el ansia de conocimiento absurdo que todos albergáis en vuestro interior. Asimismo, decir que este artículo nace de la más absoluta y científica experiencia, nada más.



En primer lugar, dejar claro que hay un evento que define completamente cómo es una Navidad toledana (buen título para un corto de estudiantes de tercero de Comunicación Audiovisual eh??). En él, se condensan todas las acciones idiosincrásicas de tan curiosa festividad, me estoy refiriendo, cómo no, a...



LAJ CAÑAE!!!!



Y sí, ésa es la pronunciación toledana. En cristiano esto significa "Las cañas", también conocidas como "Las migas". El nombre ya es un claro indicativo de lo central del suceso. Los días 24 y 31 de diciembre, los bares de la ciudad deciden sacar sus barras a la calle, y dan como tapa platos de migas o callos a la gente que se toma una caña o un refresco. El resultado: gente muy borracha y con el estómago vacío a las cuatro de la tarde. Digamos que es el único botellón promovido por el ayuntamiento. Durante la ceremonia, no pueden faltar los siguientes rituales que convierten la Navidad toledana en algo singular:




  • Ver a la familia: En este momento lo último que haces es ver a tu familia, porque obviamente, no vas a ser tan idiota de ir a emborracharte con tus padres. Se sale con amigos en busca de gente conocida, para poder preguntarles lo que hacen, cotillear un ratito, y más tarde criticar lo que les han dicho, y la ropa que lleva la gente, en los cinco minutos máximos en los que recuerdas la conversación. Asimismo, es muy importante mantener los sentidos alerta, para distinguir bien quién te saluda, cómo, y si lo hace de manera espontánea o porque tú has saludado primero (las dos acciones serán perfectamente criticables, pero sólo durante cinco minutos)

  • Desar cosas bonitas: Creo que en el punto anterior ha quedado bastante claro que la gente que suele ir a las cañas no desea el bien ni tampoco el mal sus semejantes, sólo buscan la oportunidad del cotilleo, y como ya sabemos todos, existe un cotilleo que es sano,y otro que no lo es. El segundo suele primar más en este tipo de reuniones sociales.

  • Amar a los demás: Bueno, digamos que el amor no es algo que se estile del todo en el ambiente de las cañas. La cosa es más bien como una marea humana que te arrastra y en la que tú vas vislumbrando a la gente a la que saludas o no, y en algún momento, intentas acercarte hacia donde está alguien para pararte a hablar. Si entendemos el amor entre especies como contacto y calor humano, entonces las cañas están llenas de amor, of course, pero si lo entendemos como deseos de amor para los demás, comentarios amables y sonrisas leales y amistosas, siento decir que las cañas no cumplen esa función básica-teórica de la Navidad universal.
  • Dar regalitos por doquier: Sobran las palabras...

En conclusión: Si alguien ha pensado que las cañas son un invento genial para comer de gorra y barato y pasárselo pipa conociendo gente nueva, sólo tengo una palabra: NECIO. Las cañas son la excusa perfecta para una perfecta reunión social entre especímenes de muy diversa procedencia dentro de lo que es la propia ciudad. Algunos amantes de lo victoriano podrían pensar que ese plan no está del todo mal, pero os aseguro que este tipo de reuniones sólo poseen lo negativo de las típicas quedadas del Club de damas jugadoras de bridge de Glastombury, es decir, petardos a mansalva y discreción. Todo esto no quita para que haya gente estupenda que vaya a su rollo, se lo pase bien y no llegue a casa con una tasa de alcoholemia no permitida en un pub de hooligans, pero creo que, en cierto modo, son los menos. Por esto y por alguna cosa más que se me escapa, es por lo que escribo esto, mientras todo el mundo está en laj cañae disfrutando de los previos de la Nochebuena.

Y vosotros, ¿cómo pasáis la Nochebuena?

P. D. No puedo evitar escribir de nuevo, cuando estaba a punto de publicar el post, mis padres me han llamado con una sorprendente noticia: ¡Nos íbamos a laj cañae! habíamos quedado con mi hermano y mi cuñada, eso sí, en un bar amigo, en el que hemos comido migas y paella a gogó. Mientras, la camarera-tanque, ataviada con un gorrito de papá noel que irradiaba la luz epiléctica de unas cuantas estrellas, ponía cañas y claras a los parroquianos; y una cinta de villancicos satánicos de esos que cantan voces sinientras de niños (que no puedo evitar que me recierden a El día de la Bestia, o que me hagan pensar si no serán psicofonías tomadas del psiquiátrico de Ciampozuelos) amenizaba el ambiente lúdico del acto. Por lo demás, he llegado a encontrarme con una persona conocida, que me ha hecho las preguntas que en este día alcanzan récords millonarios de formulación; y al final, mi familia ha tenido dos dedos de frente y nos hemos subido a casa a zampar jamón de cesta en familia ¡como debe ser!

Por cierto, puede que mañana relate otra tradición toletana y española, que aquí puede convertirse en reunión social si no se tiene el debido cuidado: la Misa del Gallo. Disfruten y ¡Feliz Navidad!

domingo, 21 de diciembre de 2008

arrancando motores

Pues eso, que acabo de empezar. Éste es un propósito que llevaba tiempo deseando cumplir, pero múltiples tribulaciones que pasaré a relatar en días sucesivos me lo impidieron. Ahora, por fín, parece que empezamos a ver la luz, y eso nunca está de más.

Por lo demás ¡bienvenidos! Espero que lo disfrutéis, y no quisiera despedirme sin antes dar las gracias a dos blogs que me impulsaron a meterme en los temas de intrené: Ruina imponente y Vicisitud y sordidez. Dos blogs que recomiendo sin lugar a dudas y que me han hecho descubrir lo curioso y divertido de estos lares tan poco explorados por mi despitadérrima persona.

¡Arrancando motores! ¡Vamos allá!